lunes, 14 de septiembre de 2015

"La princesa Funk" (“London Interlude” por Lonnie Liston Smith).

La princesa Funk.

Escuchando la radio en la madrugada, Smooth Jazz Piano que es lo que acostumbro a sintonizar, atrajo mi atención una pieza musical en particular: “London Interlude” por Lonnie Liston Smith. Fueron tan desagradables  las primeras notas que me despojé de súbito del leve letargo que aún padecía, abandonando la idea de prepararme un café, y corrí a dar mi valoración de “una estrella” en la posibilidad online que da la emisora para hacerlo; con el fin de que no fuera a ser incluida ni por error en mi lista de favoritos, y obligada a escucharla en posteriores ocasiones.
Pero justo cuando estaba a puno de hacer el click, la melodía tomó un giro inesperado y decidí quedarme a escuchar un poco más. Una reacción placentera y de asombro recorrió mi sentido auditivo. De no haberme quedado escuchado durante esos primeros y desagradables goteos del tiempo, que taladraron en la lógica de lo entendido por mí como música; creyendo que otra emisora se había colado, habría perdido la posibilidad de experimentar la deliciosa sensación que me embargaba.
Imaginé la noche estrellada de una ciudad cosmopolita, un majestuoso salón con un piano de cola y un elegante pianista sentado ante él ejecutando el ritmo cautivante. Me sentí tan a gusto que fui a hace  lo que realmente me atañía: prepararme el anhelado café para luego ponerme a escribir. Cuando de pronto volvió a aparecer el repulsivo sonido del principio que duró unos segundos más: “¡Ya estuvo bueno!”-me dije-. No tenía tiempo suficiente para perderlo en estar escuchando aquella música bipolar que se trastocaba por momentos brusca. Tiré la cuchara en el fregadero y salí de inmediato o a quitar la molesta melodía.
Entonces reapareció de forma insospechada el sonido magistral del teclado que cautivó mi atención, y tronchó por segunda vez la gestión evaluativa que estaba a punto de realizar, dejándome con el dedo en el mouse, para transportarme en extasiado ascenso a la imaginaria escena del principio donde el pianista se lucía cada vez más y en la que yo era la única espectadora
Disfrutaba tanto esos acordes que di gracias a Dios porque el mal momento había pasado, y me sentí lista para volver a tomar el hilo de las actividades matutinas. Pero sucedió, pocos segundos después, que volví a caer; y esta vez de bruces como si lo hiciera desde lo alto de una montaña rusa, ante los sonidos discrepantes que retornaron más repulsivos para dar los toques finales a la pieza musical.
En éste ejercicio ya había perdido totalmente la modorra y la paciencia, olvidé el café, e intrigada abrí una pestaña de Google, y escribí el título de la composición sonora así como su ejecutante, que resultó ser su creador, y busqué en Wikipedia la historia del artista y de su obra, tratando de entender; aunque no estuviera de acuerdo, lo realizado en ésta en particular en la que lo fastuoso estaba dado en igual nivel que lo desagradable
Ahí pude ver que el artista de la pieza en cuestión, Lonnnie Liston Smith, era un pianista estadounidense de jazz funk que realiza sus obras basado en una mezcla de jazz fusión, crossover y post bop, recogiendo la influencia y espiritualidad de músicos de estilo libre, e insertándose también en la tradición del funk, el rock, el rap y el pop.
Escuchar sin interrupción London Interlude da la impresión de estar oliendo algo hediondo y desagradable que no puedes tolerar, y que si atomizas un espray con olor a rosas para disipar el olor, vuelve a sentirse el nauseabundo a penas pasado el efecto del perfume, por muchas veces que repitas la acción. O como estar frente a una ventana mugrienta y carcomida por el tiempo, que al abrirla, los ojos descubran un impresionante paisaje ante ellos que los deleiten; y que al cerrar, las tablas maltrechas queden frente a ellos nuevamente. O comparable con quien osara llevar un recargado y anacrónico sombrero como colofón de un atuendo distinguido y envidiable, atando una soga a la cintura y para rematar, en la base, unos zapatos rotos.
Esta palabra de funk no me era familiar e indagué en su significado, saliendo a la luz que “Funk” es un género musical que nació a mediados del 1960 cuando diferentes músicos norteamericanos fusionaron ritmos como el soul, jazz y R&B, dando lugar a una nueva forma de música rítmica y bailable. Traduciendo la palabra Funk del inglés, hallé que quiere decir entre otras cosas: “tener olor malo”. Un poco cobró sentido todo acordándome de la sensación que experimenté al principio de haber oído la melodía.
No era el total de la composición musical lo que hacía repelerla, era su principio, su centro, y su final. Pero cada obra es indisoluble al criterio de su artífice y es el legado que éste deja; gústele o no al que viene detrás a meter las narices, como yo que decidí quedarme y escuchar. Es como ver a una doncella violada; el hecho atróz y lo sucio de su aspecto harían mella en su apariencia pero de igual manera el destaque de lo hermoso estaría ahí latente.
Escuchar London Interlude  de Lonnie Liston Smith es como presenciar un programa noticioso en la tele, un anuncio desagradable seguido de uno bueno, y luego para terminar un aviso tan chocante como el primero. Lo que pasa en la mayoría de las noticias que se difunden por ese medio: una mala, una buena, una mala; de forma sucesiva.
Lo que no puede negarse es la maestría del compositor e intérprete que cumplió con lo que se había propuesto con seguridad, y que es uno de los objetivos de cualquier artista: llamar la atención. Después de todo no me queda más que reverenciar al Sr Smith, gracias a él se me fue el sueño, aprendí algo nuevo, aunque tardé en prepararme el café y sentarme a escribir.
Les dejo a consideración esta pieza: “inarmónica, melodiosa y disonante”. A no ser que el hecho de estar escuchando música medio dormida haya despertado en mi estas sensaciones. ¡Que la disfruten!



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