Pobre ave que en antaño
sueños dulces despertó,
e incrédula imaginó
que no pasarían los años.
La jaula se ha enmohecido,
y su canto se apagó.
Que no la enfermó el rocío,
que la enfermó el desamor.
Nadie supo la tristeza
que su corazón sintió.
Ni la profunda pobreza
de amor que la acompañó.
Los balaustres cedieron
o su cuerpo se achicó
pero su alma escurrida
hacia otro techo voló
Todos supieron la dicha
que su corazón sintió
y volvió a cantar el ave
y ésta vez con más pasión.
Autoría y derechos: Marta Requeiro.
o su cuerpo se achicó
pero su alma escurrida
hacia otro techo voló
Todos supieron la dicha
que su corazón sintió
y volvió a cantar el ave
y ésta vez con más pasión.
Autoría y derechos: Marta Requeiro.
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