martes, 22 de septiembre de 2015

Libertad.

                                                                       Libertad
        


Quisiera ser partícula y en el aire volar.
Elevarme en las ramas que se mecen al viento,
o formar la verdura de un follaje perfecto,
o en la espuma tempestuosa de cascada viajar.

Quisiera ser salvaje animal, correr descalza,
y que la lluvia caiga sobre mi piel desnuda.
Sentirme como en alas y que no toco el suelo
y que hay más que un mar azul y más que un azul cielo.

Que mis ojos se vuelvan dos brillantes de luz.
Donde no hay gritos, no hay llantos,
solo desenlaces, liberación, silencios.
Carencia de añoranzas y abundancia de espíritu.

No existirá el tiempo,
sin marcha o retroceso.
Ni quiero la palabra,
porque no hay qué decir.
Ni el sentido o la razón de lo perfecto,
porque no habrá imperfecto.

Y quiero aislarme allí, sumirme, evaporarme.
Oír la nota musical con más corazonada,
que emane en el conjunto de todo,
y en la sinfonía de una dulce tonada.

Porque no se puede vivir cuando se sufre,
en la desesperación añorante del que no tiene nada.
Se hace imposible pedir porque estás extenuado,
o hablas a un oído sordo,
o pides la respuesta a una garganta helada.


Autoría y derechos: Marta Requeiro.

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