Tierra de vida y de muerte
¡Ay!, me cautivan tus olas
de blanco nácar vestidas
cuando suicidas se inmolan
al chocar en tus orillas.
y el sinsonte al despertar,
en mañanas opalinas,
nos habla de libertad
cuando su garganta trina.
Y como huele tu mar
a salitre edulcorado
por las caricias del sol
como fiel enamorado.
Danzantes junto al calor
siempre tus palmas queridas
otean desde lo alto
alguna barca perdida.
Como aquel que decidió
salir a tentar la suerte
y hoy paga el precio mayor
que es el de dejar de verte.
En ti quedó mi niñez,
el primer beso de amor.
En cualquier parte halló frío
si no tengo tu calor.
Y en sus espacios resecos
descansan todos mis muertos
que no alcanzan a nutrir
lo infructuoso de tus huertos.
Sé que nunca te irás lejos,
tierra de vida y de muerte.
Estarás en mis recuerdos,
donde puedo retenerte.
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