¿Cuántas veces hemos escuchado: "¡No dejes morir al niño que hay en ti!"?
Pienso que un niño es como un cáliz sagrado dispuesto a recibir lo que queramos verter en él, tanto los más enaltecedores sentimientos de amor, empatía, compasión, etc., como los más bajos y perversos.
Los párvulos por naturaleza son sinceros, espontáneos y siempre están dispuestos a hacer un amigo y a regalar una sonrisa.
La infancia es la época de la inocencia y un niño, a menos que se le inculque el odio, no sabrá odiar, ni discriminar por el color de la piel. El adulto es el resultado del niño bien o mal educado.
En Cuba, mis amigos de la escuela, los de la cuadra (cuando salía a jugar), algunos compañeros de baile en las fiestas, etc., podían ser de la raza negra y no por eso los veía distintos. Eran simplemente mis amigos.
Ese aspecto destacable de la idiosincrasia del cubano no debe mermar si se desea hablar de unión, de avance, de integridad y de hermandad entre todos los nacidos en la isla, ya se encuentren dentro o fuera de ella.
Hoy la desunión entre los del exilio y los que viven en Cuba se da específicamente en la política. Se sabe que es un hecho, ya penoso en sí, que no hayan varios partidos para elegir al más idóneo, que no se hagan elecciones libres para escoger a los que de mejor forma han de liderar al país en pos del desarrollo en todos los aspectos. ¿Cuánto más lo sería si a esta diferencia, que ya ralla en el odio, se le suma el racismo y toda forma de marginación?
Con el Gobierno de Trump los actos racistas, xenófobos y en contra de los homosexuales han ido cogiendo auge.
El presidente de los EEUU está en la mirilla de la crítica de los distintos sectores de la izquierda y la derecha por culpar tanto a los nacionalistas blancos como a los contra manifestantes en el mitin “Unite the Right”, que con resultados violentos se efectuó en Charlottesville el 12 de este mes. El acto fue organizado por neonazis y supremacistas blancos y en él una mujer, que se oponía a ellos, perdió la vida y más de 30 manifestantes antirracistas sufrieron heridas.
El día 15 en la ciudad de Durham, Carolina del Norte, hubo una protesta también de origen racial e individuos exaltados derribaron la estatua de casi un siglo de antigüedad erigida en honor a los soldados confederados de la Guerra Civil. Y el 25, también del presente, La Florida aplicó la pena de muerte por primera vez, a un blanco por haber matado a un negro.
No se concibe que en el primer país del mundo haya está disparidad feroz en contra de las minorías en pleno siglo XXI y que las manifestaciones pongan al descubierto los sentimientos tan bajos de la raza humana.
Estos términos deben borrarse primeramente de la mente y por ende de los actos, si se quiere llegar a ser una sociedad donde sus miembros coexistan en paz y en aras del progreso. Para ello todos debemos revivir a aquel niño que, sin evolución psicoafectiva, todos tuvimos dentro.
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