Consejo
La amarás a ella como yo a ti,
y
espera.
Espera a que la
vida venga
con su prepotencia
a dar y quitar.
Y se la lleve, se
la lleve lejos,
donde no sepas de
ella,
no la escuches,
no la veas.
Allá donde más
duele
en una dosis
interminable
de indiferencia.
Y tengas que
apartarla
de tus signos
vitales,
y tengas que
extirparla del corazón
con un fórcep
caliente
que cauterice a la vez.
Arrancarla
como a una masa que nunca importó.
Y tengas que
continuar
porque no queda
otra.
Y pienses en sus
ojos
llenos de
inocencia cuando te miraba,
y veas sus fotos,
y guardes sus
fotos para no verla.
Y aprendas a
pensar
que todo ha sido un sueño
que la vida es un sueño.
Que ya no eres más
joven
pero que aún lo eres para esperar que vuelva.
Y que cada mañana
es un día sin ella
pero es un día de cultivar amor.
Y abras tus
brazos, en tu mente
y ensayes un abrazo
y una conversación trivial.
Y sepas que un:
"cómo te ha ido"
no será suficiente
para saberlo todo,
para absorberlo
todo,
para disfrutarlo
todo
como una vez creíste, iluso, que lo harías.
Y que arrastres tu
pedazo de corazón,
de vida, de
esperanza...,
ensayando regresos
interminables,
cómo en una escena
que no se
perfecciona,
esperando que
vuelva.
Te aconsejo
entonces,
si es que puedes
resistirte,
a su bella
sonrisa,
al brillo de sus
ojos al descubrir algo nuevo,
al asombro de su
rostro ante los sonidos,
o a su primera
lágrima ante un raspón...
Que vayas
entrenando tu corazón, tu razón,
y poniendo a
prueba tu fuerza
para cuando no
este.
Para cuando te
diga
que para estar en
su vida
tienes que cumplir
condiciones.
Que hay reglas que
debes acatar.
Que se suceden los
días y las noches
y para ti son un solo manto bicolor enredado
en el que te asfixias y aprendes...
Aprendes a comer,
a dormir, a mirarte por fuera,
a dibujar de rosa tu dolor, a encapsularlo.
Y pasarán los
meses
que parecerán años
y un día llamará a
la puerta
y te traerá en
brazos su retoño.
Y dirás, después
de haber sufrido:
¡Qué demonios
importa!
Y sonreirás
entonces
con una amplia e
inocente sonrisa
como esa, que ella
hoy te regala.
Autoría y derecho: Marta Requeiro.
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