sábado, 14 de enero de 2017

Consejo (Alma con alas.)

Consejo


La amarás a ella como yo a  ti, 
y espera.
Espera a que la vida venga
con su prepotencia
a dar y quitar.
Y se la lleve, se la lleve lejos,
donde no sepas de ella,
no la escuches,
no la veas.
Allá donde más duele
en una dosis interminable
de indiferencia.
Y tengas que apartarla
de tus signos vitales,
y tengas que extirparla del corazón
con un fórcep caliente
que cauterice a la vez.
Arrancarla
como a una masa que nunca importó.
Y tengas que continuar
porque no queda otra.
Y pienses en sus ojos
llenos de inocencia cuando te miraba,
y veas sus fotos,
y guardes sus fotos para no verla.
Y aprendas a pensar
que todo ha sido un sueño
que la vida es un sueño.
Que ya no eres más joven
pero que aún lo eres para esperar que vuelva.
Y que cada mañana es un día sin ella
pero es un día de cultivar amor.
Y abras tus brazos, en tu mente
y ensayes un abrazo
y una conversación trivial.
Y sepas que un: "cómo te ha ido"
no será suficiente para saberlo todo,
para absorberlo todo,
para disfrutarlo todo
como una vez creíste, iluso, que lo harías.
Y que arrastres tu pedazo de corazón,
de vida, de esperanza...,
ensayando regresos interminables,
cómo en una escena
que no se perfecciona,
esperando que vuelva.
Te aconsejo entonces,
si es que puedes resistirte,
a su bella sonrisa,
al brillo de sus ojos al descubrir algo nuevo,
al asombro de su rostro ante los sonidos,
o a su primera lágrima ante un raspón...
Que vayas entrenando tu corazón, tu razón,
y poniendo a prueba tu fuerza
para cuando no este.
Para cuando te diga
que para estar en su vida
tienes que cumplir condiciones.
Que hay reglas que debes acatar.
Que se suceden los días y las noches
y para ti son un solo manto bicolor enredado
en el que te asfixias y aprendes...
Aprendes a comer, a dormir, a mirarte por fuera,
a dibujar de rosa tu dolor, a encapsularlo.
Y pasarán los meses
que parecerán años
y un día llamará a la puerta
y te traerá en brazos su retoño.
Y dirás, después de haber sufrido:
¡Qué demonios importa!
Y sonreirás entonces
con una amplia e inocente sonrisa
como esa, que ella hoy te regala.

Autoría y derecho: Marta Requeiro.

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