El diablo ocupó el espacio
El diablo entró y se sentó
en una silla dorada,
que tenía barnizada,
donde me sentaba yo.
Silencioso la ocupó
así sin decirme nada
y me quedé preocupada
de lo bien que se portó.
Inmutable me miró
y yo al sentirme observada
cualquier cosa hacía errada
y mi cordura quebró.
Mas, cuando el tiempo pasó,
me sobrepuse a su maña
y al percibirme tan entraña
se levantó y se marchó.
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