Madre que desfalleciste
por darme tus atenciones
nunca me diste razones
y nunca me las pediste.
Con tus besos me zurciste
la herida de un desamor,
y toda clase de dolor
que la vida me dejaba
Cualquier duda se aclaraba
si era presa de tu amor.
Agradecer tu labor
nunca creí necesario
y soportabas a diario
respondiendo con dulzor
sin permitir que el rencor
se apoderara de tí.
Yo nunca me permití
decirte cuánto te amo,
hoy mucho llanto derramo
después que lo comprendí.
Autoría y derechos: Marta Requeiro.
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