viernes, 28 de abril de 2017

Donde no alcanzo.

                        Donde no alcanzo


Allá, donde no alcanzo,
puse la caja del orgullo.
Dentro, guardé un beso que no di
un te quiero mordido,
que no pude decir en mil intentos,
y unas caricias rotas que no quise botar
amarradas con un puñado de abrazos.
También guardé,
para no verlos,
la foto de tu sonrisa
y el perfume de tus sienes
atados con una cinta
de dulces momentos,
Allá lo puse todo, allá bien alto,
donde no puedan torturarme con sus ruidos, donde no los escuche.
Mientras, me desayuno lo que acostumbro para vivir:
un manojo de esperas.
Permanezco desde hace ya,
con ese dolor en el costado
traisionado por los mismos recuerdos traviesos que hoy puse en esa la caja.
Mientras,
observo como se seca al sol del silencio
la fuente por donde alguna vez fluyó el amor.
Por monotonía, con pena fresca recién salida,
abono la hiedra de sentimientos que se teje en las paredes del alma
Y me paseo bien vestida y sonriente, para que no se note,
por el leberinto de la duda
donde cada vez estoy más extraviada.
En las tardes
cuando estoy tranquila conversando conmigo,
tejo mi pereza,
confundiendo el reloj con mi corazón en cada punto.
Y ahora que he estado pendiente de alguna buena noticia,
me doy cuenta
que el libro blanco del perdón,
que pusimos en algún lugar del tiempo,
no podemos encontrarlo.
Entonces sube, sube, sube
la ola de la desesperación
que se lleva consigo
el frágil velero de la reconsiliación,
con una única oportunidad
sobreviviente a bordo...
Y muero.

Autoría y derechos: Marta Requeiro.

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