sábado, 8 de abril de 2017

Al poeta.

                               Al poeta


Llegué a tu tierra
y ya estaba arada
con el metal de tus versos.
Sembraste en los surcos
secos y dolidos
éxtasis y glorias.
Salvación.
Centro trepidante, fervor de dioses,
encontré en tu tierra,
y en tu voz,
que escuchaba en todas partes.
Ahí estabas.
Aquí, allá...
No te podía ubicar
y sin embargo te respiraba
como partícula de gozo y esperanza.
Como cuando amas
sin remedio,
amas y nada más,
sin percibir lo que implica.
Olvidas el dolor de parir
el dolor de perder
y de errar.
Cuando llegué a tu tierra
fingías estar muerto
y dabas de comer.
Me alimenté
de la cosecha de tus versos.
Sufrí los efectos secundarios
de tus sílabas,
y me arrastró el deseo.
Encontré frescura
en cada palabra
que estrenabas para mi.
Fui tu amante. ¡Fuimos amantes!
Dejaste tu huella
en las hojas de mi cuerpo
y extraje tu simiente...
Hoy te conozco.

Autoría y derechos: Marta Requeiro.

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