El reloj caro
Al señor del reloj caro,
no le importa el niño hambriento.
Va muy atento el avaro
sin ningún resentimiento.
Sólo mirando el reloj pendiente de sus aumentos.
El niño lleva el dolor
de no ser visto en su pena
y cuando se hace mayor,
como malandro se estrena.
Hurtando el mejor reloj de una casa que es ajena.
Se va el joven a prisión
y el mísero de un infarto.
Reestrena la viuda el cuarto
con un hombre fortachón
y sigue marcando el tiempo el reloj desde el cajón.
A veces un reloj caro
puede pagar una escuela
sacando del desamparo,
a ese que sufre secuelas
y carece de ocasión cuando mejor vida anhela.
Recoleta, Mapocho, Santiago de Chile.
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