La enredadera
Como sostén de la vida que se yergue
la enredadera ha escogido la ventana.
que despintada y vieja se veía,
hoy, con las ramas verdes, renovada.
No es una planta fina la que adorna
las vigas por el óxido besadas
es el huayruro, al que la vida dogma
obligándole en intrépida escalada.
Verde tirabuzón de hojas aladas,
con vainas disecadas que al abrirse
semillas rojinegro dibujadas
caen a tierra para reproducirse.
Macho y hembra, juntos, en una sola cuenta
indisoluble amor que se sostiene.
En ascenso vital todo lo enfrentan,
los verdes gajos que al marco se adhieren.
Su silenciosa fortaleza miro
y el valor de ir buscando las alturas.
Grata apariencia de frágil suspiro
va tiñendo de verde las molduras.
Hace bien contemplar la Peonía
me llena de optimismo la existencia.
¿Cómo pensar que tal anatomía
sea referente de arrojo y persistencia?
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