"Hablando como los locos".
¿Se han fijado los cambios de tema que puede tener una conversación telefónica? En Cuba tenemos una frase para eso. Cuando estamos hablando con alguien y queremos cambiar de argumento, decimos: “¡Y hablando como los locos…!” Encadenamos así una nueva idea que queramos expresar a la anterior, ésta a otra que puede ser muy distinta, y así sucesivamente podemos estar conversando horas.
No importa qué momento sea del día cuando quiero saber de mis hijos. Al pequeño le dejo mensajes por whatsapp: ¿Desayuno?, ¿Almuerzo?, ¿Trabajas?, por si quiere llegarse a compartir con nosotros aprovechando la cercanía de su departamento al nuestro; hablar de todo un poco y hacer chistes, o simplemente para saber de él.
¿Se han fijado los cambios de tema que puede tener una conversación telefónica? En Cuba tenemos una frase para eso. Cuando estamos hablando con alguien y queremos cambiar de argumento, decimos: “¡Y hablando como los locos…!” Encadenamos así una nueva idea que queramos expresar a la anterior, ésta a otra que puede ser muy distinta, y así sucesivamente podemos estar conversando horas.
No importa qué momento sea del día cuando quiero saber de mis hijos. Al pequeño le dejo mensajes por whatsapp: ¿Desayuno?, ¿Almuerzo?, ¿Trabajas?, por si quiere llegarse a compartir con nosotros aprovechando la cercanía de su departamento al nuestro; hablar de todo un poco y hacer chistes, o simplemente para saber de él.
Con el mayor hago lo mismo, pero como es ingeniero en redes y ahora trabaja de noche, en el día no lo molesto pues sé que es su horario de sueño. Entonces, cuando ya sé que está en el trabajo, le dejo un mensaje en el celular para que él luego me conteste cuando tenga un chance, o tenga el descanso. Hoy tuve la suerte que me contestara casi de inmediato, iban a ser las cuatro de la mañana, y después de preguntar por su salud, y ponerme al día en los nuevos acontecimientos ocurridos en su vida en las últimas horas, conversamos de la familia que aún nos queda en Cuba y de la que tenía novedades que hacerle saber.
Una cosa llevó a la otra y nos sorprendimos tocando el tema de las “viejas asesinas”, las que tienen demasiada edad para ir al volante y aprietan el acelerador en vez del freno; siendo el peligro de los animales callejeros, en especial los perros, pues los gatos corren mejor suerte al tener la habilidad de treparse a los árboles y huir del peligro.
Seguimos hablando, mientras yo escuchaba la radio, y le recomendé oír una canción de Andrea Bocelli que interpreta a dúo con la cantante portuguesa Dulce Pontes y se titula: “O mare e tu”. Tiene unos cuantos años de grabada pero es hermosa y ciertamente tiene un aire de pena y la sensación de estar temiendo separarse de la persona amada, mientras se contempla el mar azul en calma.
Después le adjunté una foto muy linda de un árbol gigante que hay frente al “Baptist Kendall Hospital”, tomada el martes después del aguacero, justo cuando pasábamos por ahí y nos percatamos que alrededor del tronco se encontraban innumerables garzas blancas que daban el aspecto de haberse caído del enorme árbol como frutos maduros. En realidad creemos que hayan estado buscando lombrices aprovechando la suavidad de la tierra a consecuencia de la lluvia. Cierto es que no empleé la palabra lombriz, sino gusanito, y de ahí devino el recuerdo del libro “Salaciones del Reader´s Indigest y otros relatos”, de Marcos Behmara, que leímos hace años, y el nombre del personaje de uno de sus relatos, llamado Gus Anito, quien murió accidentalmente después de lanzarse al río con una rueda de locomotora amarrada a su cuello. Entre otras muertes fortuitas que el escritor narra en ésta magnífica obra, está la ocurrida por ahorcamiento; posterior a meterse dos tiros en la cabeza, de otro de sus personajes. Además de la caída de un señor de la raza negra sobre el puño de un hombre blanco y éste último quedó con los dedos fracturados, por lo que el negro fue llevado a cumplir condena por daños. Luego nos quedamos hablando un poco más del libro que fue una de las tantas cosas que perdí con la partida de Cuba. Lo considerábamos una reliquia, acordándonos también que fue rescatado del baño de un vecino, un día que fui a su casa y le pedí permiso para usarlo. Cuál sería mi sorpresa cuando vi que tenía un libro sobre la taza del inodoro para ser usado como papel sanitario. Era mucha la necesidad del papel higiénico en esa casa como en otras, pero tenía que salvar ese ejemplar. Le propuse hacer cambio por varias revistas que tenía en casa y recuperar aquel que carecía ya de algunas hojas. El libro fue leído por todos y siempre, al releerlo, encontrábamos más atrayente y divertida aquella forma de humor negro de ese maestro inigualable de la comedia cubana. Quien fuera también guionista del extinto programa televisivo “Detrás de la fachada”. Mi hijo me prometió buscarlo por Amazon o donde lo pudiera localizar, y comprar uno para regalármelo. Estuvimos así, hablando como los locos, casi una hora. Nos despedimos. El fue a hacerse un café y yo a escribir ésta anécdota.
Una cosa llevó a la otra y nos sorprendimos tocando el tema de las “viejas asesinas”, las que tienen demasiada edad para ir al volante y aprietan el acelerador en vez del freno; siendo el peligro de los animales callejeros, en especial los perros, pues los gatos corren mejor suerte al tener la habilidad de treparse a los árboles y huir del peligro.
Seguimos hablando, mientras yo escuchaba la radio, y le recomendé oír una canción de Andrea Bocelli que interpreta a dúo con la cantante portuguesa Dulce Pontes y se titula: “O mare e tu”. Tiene unos cuantos años de grabada pero es hermosa y ciertamente tiene un aire de pena y la sensación de estar temiendo separarse de la persona amada, mientras se contempla el mar azul en calma.
Después le adjunté una foto muy linda de un árbol gigante que hay frente al “Baptist Kendall Hospital”, tomada el martes después del aguacero, justo cuando pasábamos por ahí y nos percatamos que alrededor del tronco se encontraban innumerables garzas blancas que daban el aspecto de haberse caído del enorme árbol como frutos maduros. En realidad creemos que hayan estado buscando lombrices aprovechando la suavidad de la tierra a consecuencia de la lluvia. Cierto es que no empleé la palabra lombriz, sino gusanito, y de ahí devino el recuerdo del libro “Salaciones del Reader´s Indigest y otros relatos”, de Marcos Behmara, que leímos hace años, y el nombre del personaje de uno de sus relatos, llamado Gus Anito, quien murió accidentalmente después de lanzarse al río con una rueda de locomotora amarrada a su cuello. Entre otras muertes fortuitas que el escritor narra en ésta magnífica obra, está la ocurrida por ahorcamiento; posterior a meterse dos tiros en la cabeza, de otro de sus personajes. Además de la caída de un señor de la raza negra sobre el puño de un hombre blanco y éste último quedó con los dedos fracturados, por lo que el negro fue llevado a cumplir condena por daños. Luego nos quedamos hablando un poco más del libro que fue una de las tantas cosas que perdí con la partida de Cuba. Lo considerábamos una reliquia, acordándonos también que fue rescatado del baño de un vecino, un día que fui a su casa y le pedí permiso para usarlo. Cuál sería mi sorpresa cuando vi que tenía un libro sobre la taza del inodoro para ser usado como papel sanitario. Era mucha la necesidad del papel higiénico en esa casa como en otras, pero tenía que salvar ese ejemplar. Le propuse hacer cambio por varias revistas que tenía en casa y recuperar aquel que carecía ya de algunas hojas. El libro fue leído por todos y siempre, al releerlo, encontrábamos más atrayente y divertida aquella forma de humor negro de ese maestro inigualable de la comedia cubana. Quien fuera también guionista del extinto programa televisivo “Detrás de la fachada”. Mi hijo me prometió buscarlo por Amazon o donde lo pudiera localizar, y comprar uno para regalármelo. Estuvimos así, hablando como los locos, casi una hora. Nos despedimos. El fue a hacerse un café y yo a escribir ésta anécdota.
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