Atardeciendo
El aro del sol dorado
en la laguna:
ojo amarillo,
esclerótica azul,
cuenca terracota...,
se desdibuja con la brisa juguetona.
Burlona, acaricia el acuoso cristalino,
desmarcando el semblante del divino.
Despacio se mueve en busca de quietud.
Sigue la brisa importunando
al astro ansioso
quien no logra ver
su correcto contorno
ni el verdeazulado manto en reposo.
Alguna que otra nube se interpone
a este eterno enamorado de la luna
que usa el lago de espejo retrovisor
para buscarla.
Va pasando la tarde
y al fin, casi imperceptible,
alcanza a ver el pálido rostro
de su amada,
que esquiva y temerosa de ser tan adorada,
sólo muestra la mitad.
Mas, no, no queda tiempo:
él tiene que cumplir con su jornada
y ella aún asustadiza no se asoma maquillada.
Él, ardiente de pasión,
se despide con silenciosos adioses coloridos entre violetas,
naranjas y amarillos
y a eso de las siete,
ignorado y herido
enjuga su decepción
en el horizonte.
Puesta de sol, Enamorado, Amores Verdaderos, Incondicional Amor. Atardecer.
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