La Claria, cuyo nombre real es Pez Gato, es un espécimen muy controversial. Por una parte dicen que tiene una exquisita carne, y por otra está considerado entre las cien especies más dañinas del planeta por la particularidad de permanecer viva fuera del agua un máximo de setenta y dos horas y depredar todo a su alrededor.
Debido a la cada vez
más creciente necesidad de satisfacer el consumo alimenticio del pueblo cubano,
a principio de los años 70 entraron por primera vez al país los primeros
ejemplares sin mucho bombo y platillo. En los 90 la claria se importaba a Cuba
proveniente de Tailandia y Malasia. Su carne catalogada de calidad, así como su
resistencia y fácil reproducción, le dieron la valoración positiva para que las
autoridades cubanas consideraran necesario acrecentar su cultivo.
Cuando mi esposo pasaba
el servicio militar, a mediado de los 80, en la ciudad de Matanzas -me cuenta-
ya en el comedor de la unidad se comía la claria, pero esta especie debe
criarse en estanques bien protegidos para evitar que escapen e invadan el
territorio circundante, como ha venido ocurriendo en las últimas dos décadas.
Hay piscicultores que
afirman que esta epidemia de clarias en el archipiélago se debe al aumento
experimentado en el nivel de las aguas, trayendo consigo desbordes de los
estanques destinados a la crianza y cuidado de dicha especie.
Los primeros rebalses datan
de los años 2001 y 2002 -aunque es posible que hayan ocurrido otros con
anterioridad sin que hayan sido registrados. Estos ocurrieron como consecuencia
de los ciclones Michelle, Isidoro y Lily, e hicieron que las clarias se esparcieran,
se salieran de control y se adueñaran de ríos, riachuelos, estanques,
alcantarillas, zanjas y cualquier oquedad con algo de agua donde pudieran vivir
y ocultarse. Hoy, por lo depauperado y el poco cuidado que se observa en del
país en todos los aspectos principalmente en el de la planificación, lo que ocurre con
este animal sigue vislumbrando inválida la posibilidad de solución o control.
Estas criaturas
rastreras son capaces de comerse un
animal pequeño; por ejemplo una jicotea, un ratón, etc. Deslizarse por los
patios hasta llegar a los nidos de gallinas y engullir los huevos. Han hecho
estragos en especies de agua dulce endémicas de Cuba como la trucha, la
biajaca, y la biajaiba, entre otras.
En el diario sin papel
y sin distancia que circula por internet (Martí Noticias) pude leer un informe
de la agencia Ecured indicando que ya el extraño pez amenaza a 242 especies en
Cuba: 75 tipos endémicos: como la Biajaca (Nandopsis tetracanthus) y la
Biajaiba (Lutjanus Synagri), 25 nuevos especímenes que fueron introducidos en
la fauna isleña y que ya habían llegado a considerarse de la zona por su
compatible adaptación, además de 29 clases de ranas.
En 1985 se sacaban 78 mil toneladas de peces
de la plataforma submarina. Por la crisis que comenzó en los 90, el sector
pesquero se redujo y se establecieron prohibiciones en contra de la pesca
indiscriminada con el fin de preservar las especies. Desde entonces el gobierno
no ha tomado las medidas necesarias al respecto para el control de la
reproducción del voráz animal y pueden llegar a pescarse, sin el mayor
esfuerzo, hasta en los sótanos inundados de cualquier viejo edificio de La
Habana Vieja, o en sus desagües y alcantarillas. Bajo esas mismas fachadas que
son consideradas la carta de presentación de la ciudad, recientemente nombrada
"maravilla" del mundo.
En la Isla de la
juventud los acuicultores señalaron, dice la misma fuente Ecured: versión
cubana de Wikipedia, que ya se ha sobrepasado las mil toneladas previstas para
el año. En otros informes esta misma fuente advierte que en la Ciénaga de
Zapata, reservorio natural del país, se han capturado ejemplares con cocodrilos
chiquitos o jicoteas en sus estómagos.
Los pescadores de El
Cajío, en Batabanó, zona costera al suroeste de Cuba, dijeron a un corresponsal
de Internet Press Servise su preocupación porque ya no caen en sus avíos de
pesca las especies de antaño, sino que el protagonismo lo toma la claria
seguida de la tilapia. Que extrañas veces, después de horas de intento, logran
sacar de las aguas algunas biajaibas aún muy pequeñas. En otras zonas costeras
del país ciudadanos que desde hace tiempo se han dedicado a pescar afirman que
los peces que habitualmente habitaban las aguas del lugar se han extinguido.
Más de 500 zonas con salida al mar, diseminadas por todo el archipiélago
cubano, se han sustentado de la pesca por años y hoy ven esta actividad en
inminente estado de desaparición.
Hay datos históricos de
registros oficiales en Cuba que afirman que en 1962 se obtenían en la isla 1
millón de crías de carpas, 100.000 soles, y 1 millón de tilapias, de las que se
estudiaba la posibilidad de adaptarlas al agua salada para ser utilizadas como
carnada viva en la captura del bonito. La tilapia siempre fue el pez por
excelencia destinado al consumo popular, rara vez la merluza o el jurel, para
ello el gobierno cubano buscó asesoramiento en la cría de éste pez de agua
dulce. A finales de los 90, recuerdo, era fácil adquirirla en las ferias
populares y mercados del país. En la actualidad han sido sustituidas por las
clarias y en menor medida por la tenca; que ya tampoco se esta viendo.
Una noticia
"entusiasta" que salió publicada en el diario local La Victoria, de
la Isla de la juventud, destacaba que se había garantizado cubrir con creces la
demanda de claria en unidades de ventas, comunidades y poblados, además de la
elaboración de subproductos tales como croquetas, filetes y picadillo, que
gozan del agrado popular. Esto de "el agrado popular" habría que
verlo teniendo en cuenta que la gente va conociendo quién es realmente este
animalito, que además de repulsivo a la vista, es capaz de depredar el hábitat
y, en ocasiones, tener que buscar ayuda para su evacuación de los tragantes.
En Santa Clara -Villa
Clara-, región central de Cuba, existe una presa llamada Minerva. Recuerdo que
cuando iba de vacaciones a ese lugar solíamos pescar truchas, tilapias o
biajacas, ahora en la actualidad los que siguen dedicándose a este pasatiempo
no logran pescar nada.
La blanca masa del
insaciable pez tiene, por tanto, algo oscuro oculto en el fondo. Si bien ha
servido de sustento alimenticio para los cubanos, este engendro que fue pensado
para vivir en estanques de agua dulce, ha demostrado que también lo puede hacer
en cualquier sitio con poca agua, que le bastan las fuertes sacudidas de su
cuerpo para arrastrarse y que es tan voráz como invasivo, y al parecer
invencible como la propia revolución que la adoptó. Pero como el cubano se ha
caracterizado por superar la adversidad, hoy como siempre; está convirtiendo un
revés en victoria. Ya no le importa que no haya transporte para traer el
pescado de forma esporádica a la bodega si está la claria por ahí, por
cualquier parte, oyendo la conversación... ¿O mejor llamarle ya, Clarita?
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