Ave asustadiza
El ave rara de la felicidad
frágil, blanca, y etérea
levantó vuelo
espantada del portazo
que dio la mala respuesta.
¡No quiero verte,
ya no me importas!,
dijo el enojo,
y callado ocupó
el lugar
de la felicidad.
Ahora
cuando te mires al espejo
verás mi rostro.
En tus ojos mi mirada,
y en tu boca mi sonrisa.
De la misma manera
que te hablé, hablarás.
Como aprendí a decir, dirás
Porque a la distancia
de mi pecho estabas
y a la distancia de un beso
te ofrecía la cura.
Que emprendas,
es lógico
Que hieras
no es justo.
Autoría y derechos:
Marta Requeiro.
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