Son las 3:26 am y agradezco el comienzo que hace más de una hora ha tenido para mí este domingo, 7 de agosto del 2016. Día que no se si será soleado o no pero ya han salido a flote los sentimientos que pudiera brindarme el astro rey en todo su esplendor, programado para aparecer alrededor de las 6.40 de esta misma, y aun, prematura mañana.
Las obligaciones de la vida que se toman con optimismo se hacen más llevaderas, sobre todo aquellas que son un tanto más difíciles de cumplir como el levantarse temprano un día en que por lo general todos duermen.
Lo esencial para echar a andar el delicado mecanismo del optimismo dentro de uno está, primeramente, en espantar lo negativo que nos venga a la mente. Eso fue lo primero que hice con mi primer gesto del día que fue apagar la alarma del celular cuando empezó a sonar a las 2.30 de la madrugada al lado de mi cabecera.
No había dormido lo suficiente, y para desperezarme fui de inmediato al baño a echarme agua fría en el rostro diciéndome: ¡vamos, vamos, peor es para tu esposo que tiene que salir ahora a trabajar!
Arrastrando aún los pies me dirigí a la cocina a preparar el café en mi Mr Coffee Machine. Cargué el depósito de ésta con una mezcla, en igual proporción, de dos de mis arábigos favoritos: Pilón y Lavazza; y mientras esperaba a que "se colara" conecté la tostadora de pan para calentar dos pedazos de ciabatta; puse la mantequilla y la mermelada orgánica de uva sobre la mesa, dos cuchillos, dos pequeños platos, jamón de pavo y queso irlandés Dubliner.
Miré para la cafetera y como todavía no pasaba nada fui a poner Pandora en el televisor de la sala, sintonicé la emisora y escogí Smooth Jazz como el género musical adecuado a mi gusto y a la hora mientras esperaba que mi esposo saliera del baño y llegara a sentarse a la mesa.
El olor a café ya se sentía, corrí a detener el colado para que el néctar negro de los dioses no quedara aguado, le hice la espuma, saqué los panes del tostador y llamé a mi amado para comenzar a desayunar antes que la deliciosa bebida se enfriara.
Seguía la música en la tele y yo concluía la primera taza de café del día que me aportaba, entre otras cosas menos importantes, 99.4 g de agua, 0.12 g de proteína, 40 mg de cafeína, vitaminas B1, B2, B3, B5 y B6; vitamina E, calcio, hierro, fósforo, magnesio, manganeso, potasio, sodio y zinc.
Ahora, y sólo con un breve instante de interrupción mientras mi esposo al fin se sentaba a desayunar y yo me servía la segunda taza de café, sentía cómo se acrecentaba mi ánimo escuchando las primeras notas provenientes del piano de Bobby Lyle luciéndose en su magistral interpretación de Midnight. ¡Se las recomiendo!, para espantar cualquier sombra de dudas en cuanto a que éste será un mejor día. ¡Feliz domingo! Provecho.
Las obligaciones de la vida que se toman con optimismo se hacen más llevaderas, sobre todo aquellas que son un tanto más difíciles de cumplir como el levantarse temprano un día en que por lo general todos duermen.
Lo esencial para echar a andar el delicado mecanismo del optimismo dentro de uno está, primeramente, en espantar lo negativo que nos venga a la mente. Eso fue lo primero que hice con mi primer gesto del día que fue apagar la alarma del celular cuando empezó a sonar a las 2.30 de la madrugada al lado de mi cabecera.
No había dormido lo suficiente, y para desperezarme fui de inmediato al baño a echarme agua fría en el rostro diciéndome: ¡vamos, vamos, peor es para tu esposo que tiene que salir ahora a trabajar!
Arrastrando aún los pies me dirigí a la cocina a preparar el café en mi Mr Coffee Machine. Cargué el depósito de ésta con una mezcla, en igual proporción, de dos de mis arábigos favoritos: Pilón y Lavazza; y mientras esperaba a que "se colara" conecté la tostadora de pan para calentar dos pedazos de ciabatta; puse la mantequilla y la mermelada orgánica de uva sobre la mesa, dos cuchillos, dos pequeños platos, jamón de pavo y queso irlandés Dubliner.
Miré para la cafetera y como todavía no pasaba nada fui a poner Pandora en el televisor de la sala, sintonicé la emisora y escogí Smooth Jazz como el género musical adecuado a mi gusto y a la hora mientras esperaba que mi esposo saliera del baño y llegara a sentarse a la mesa.
El olor a café ya se sentía, corrí a detener el colado para que el néctar negro de los dioses no quedara aguado, le hice la espuma, saqué los panes del tostador y llamé a mi amado para comenzar a desayunar antes que la deliciosa bebida se enfriara.
Seguía la música en la tele y yo concluía la primera taza de café del día que me aportaba, entre otras cosas menos importantes, 99.4 g de agua, 0.12 g de proteína, 40 mg de cafeína, vitaminas B1, B2, B3, B5 y B6; vitamina E, calcio, hierro, fósforo, magnesio, manganeso, potasio, sodio y zinc.
Ahora, y sólo con un breve instante de interrupción mientras mi esposo al fin se sentaba a desayunar y yo me servía la segunda taza de café, sentía cómo se acrecentaba mi ánimo escuchando las primeras notas provenientes del piano de Bobby Lyle luciéndose en su magistral interpretación de Midnight. ¡Se las recomiendo!, para espantar cualquier sombra de dudas en cuanto a que éste será un mejor día. ¡Feliz domingo! Provecho.
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