Cuba-Chanel
Debo estar traumatizada. Esta imagen que recorre hoy el mundo, el inmenso afiche color rojo sangre con una estrella a relieve y dos “C” entrelazadas que bien pudo servir de ornamento en la Plaza de la Revolución para destacar el carácter de la “Cuba Comunista”. Aquella que conocí con su ideología endurecida, obstinada, cuadrada e inflexible. Con una sola cara, con un solo discurso -al menos para el común de los ciudadanos. No para los que tenían- y tienen aún- una doble moral colgados de la teta de la vaca.
Que ayer hablaban del capitalismo, del rock y de los viajes en crucero como algo enajenante y típico de burgueses, respectivamente. Pero hoy llenan las mismas tribunas para menear sus cabezas con el heavy metal y el muro del malecón con banderitas cubanas, esperando con los brazos abiertos al crucero que proviene de la tierra antiguamente tildada de enemiga. La misma tierra de donde reciben los productos encargados, la ropa, los zapatos, los celulares y las cargas mensuales en dinero para éstos.
Semejante pancarta se hubiera visto bien colocada en el Kremlin, o Plaza Roja de Moscú, para recibir el excelso amigo y comandante Fidel en una de sus tantas visitas. Y su logo pudo significar entonces “Comandante Castro”, o “Compañero Comandante” Ese lienzo que más bien parece un recordatorio al espíritu intransigente del gobierno cubano y su ideología, está siendo usado con un propósito bien distinto. Nada más alejado de la realidad que su apariencia despierta.
Es el diseño escogido para anunciar la floreciente amistad –no sé si coyuntural o duradera- entre el capitalista Chanel, de la marca francesa especialista en moda que diseña y confecciona artículos de lujo como indumentaria de alta costura, bolsos, perfumes y cosméticos. Ésta que representa el consumismo, la élite; y el revolucionario gobierno de Cuba.
Donde los más viejos no saben ni quién es Chanel. Capaz que le pregunten a un señor sentado en su destartalada casa de la Habana Vieja: ¿Conoce a Chanel? Y éste conteste: ¡No, mijita, yo no tengo cable! Sólo ésa antenita de bigotes.
Por eso hoy boquiabierta contemplo a lo que ha llegado el gobierno cubano con sus medidas flexibles para una cosa e inflexibles para otras. No podíamos escuchar música de Los Beatles, Los Rollings Stones. No podíamos usar ropas con la bandera americana, no podías participar en concursos aunque tuvieras los conocimientos sino tenías el carnet de la juventud. Mi esposo optó por una carrera universitaria, y cuando lo entrevistaron por sus gustos de esparcimiento, declaró: “música americana”. Fue suficiente para que, aún teniendo un buen escalafón, no le concedieran la aceptación para cursar el estudio de su preferencia.
No se podía tener el pelo largo. No se concebía un hombre varonil si se sacarse las cejas. Y si era homosexual tenía que caminar derechito por frente a un policía. Y me pregunto: ¿Ahora las modelos de Chanel que desfilan en Cuba son jóvenes comunistas? Al menos sé que hay cubanas con méritos y talento que estarán en el desfile, y que ya no hay que portar por fuerza el carnet de dicha organización para ello. Pero sí puede modelar el nieto de Fidel aunque tenga el pelo largo y las cejas sacadas. Modelar para la firma que representa el glamour, desconocido por años para el común de los cubanos aquellos que teníamos que conformarnos con lo que nos daban por la libreta sin la ayuda de familiares en el extranjero. ¡Cómo cambian los tiempos, señores! ¡¿Qué les parece?! Hace falta un cambio, pero de verdad.
Que ayer hablaban del capitalismo, del rock y de los viajes en crucero como algo enajenante y típico de burgueses, respectivamente. Pero hoy llenan las mismas tribunas para menear sus cabezas con el heavy metal y el muro del malecón con banderitas cubanas, esperando con los brazos abiertos al crucero que proviene de la tierra antiguamente tildada de enemiga. La misma tierra de donde reciben los productos encargados, la ropa, los zapatos, los celulares y las cargas mensuales en dinero para éstos.
Semejante pancarta se hubiera visto bien colocada en el Kremlin, o Plaza Roja de Moscú, para recibir el excelso amigo y comandante Fidel en una de sus tantas visitas. Y su logo pudo significar entonces “Comandante Castro”, o “Compañero Comandante” Ese lienzo que más bien parece un recordatorio al espíritu intransigente del gobierno cubano y su ideología, está siendo usado con un propósito bien distinto. Nada más alejado de la realidad que su apariencia despierta.
Es el diseño escogido para anunciar la floreciente amistad –no sé si coyuntural o duradera- entre el capitalista Chanel, de la marca francesa especialista en moda que diseña y confecciona artículos de lujo como indumentaria de alta costura, bolsos, perfumes y cosméticos. Ésta que representa el consumismo, la élite; y el revolucionario gobierno de Cuba.
Donde los más viejos no saben ni quién es Chanel. Capaz que le pregunten a un señor sentado en su destartalada casa de la Habana Vieja: ¿Conoce a Chanel? Y éste conteste: ¡No, mijita, yo no tengo cable! Sólo ésa antenita de bigotes.
Por eso hoy boquiabierta contemplo a lo que ha llegado el gobierno cubano con sus medidas flexibles para una cosa e inflexibles para otras. No podíamos escuchar música de Los Beatles, Los Rollings Stones. No podíamos usar ropas con la bandera americana, no podías participar en concursos aunque tuvieras los conocimientos sino tenías el carnet de la juventud. Mi esposo optó por una carrera universitaria, y cuando lo entrevistaron por sus gustos de esparcimiento, declaró: “música americana”. Fue suficiente para que, aún teniendo un buen escalafón, no le concedieran la aceptación para cursar el estudio de su preferencia.
No se podía tener el pelo largo. No se concebía un hombre varonil si se sacarse las cejas. Y si era homosexual tenía que caminar derechito por frente a un policía. Y me pregunto: ¿Ahora las modelos de Chanel que desfilan en Cuba son jóvenes comunistas? Al menos sé que hay cubanas con méritos y talento que estarán en el desfile, y que ya no hay que portar por fuerza el carnet de dicha organización para ello. Pero sí puede modelar el nieto de Fidel aunque tenga el pelo largo y las cejas sacadas. Modelar para la firma que representa el glamour, desconocido por años para el común de los cubanos aquellos que teníamos que conformarnos con lo que nos daban por la libreta sin la ayuda de familiares en el extranjero. ¡Cómo cambian los tiempos, señores! ¡¿Qué les parece?! Hace falta un cambio, pero de verdad.
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