Hijo ingrato
Que frágil era tu amor
como una velita
erguida
que su mecha
consumió
de tanto estar
encendida.
Y que frágil tus
promesas
de querernos con
la vida
que un disgusto
quebrantó
y las dejó
sometidas.
Si por la tristeza
muero
y vienes a mi
tumba fría
ya no hará falta
tu amor,
tus promesas de
mentira.
Con un puñado de
rosas
no vayas a decir
después:
Los aparté de mi
vida
¡Ay, madre, me
equivoqué!
Porque madre es
una sola
y una también es
la vida
que cada día
separados
hace más honda la
herida.
Si no quieres a tu
madre
¿a quién quieres
con valía?
Mira, que tú ya eres padre...
¡Y vas a saber algún
día!
Esta madre que te
implora
atención y
compañía
por el amor a tu
hermano
es que se mantiene
erguida.
Sonreír ya no nos
deja
confieso, este
gran dolor
y hemos de cumplir
la pena
pensando cuál fue
el error
La juventud da
valor
la vejez, sabiduría.
Y el tiempo
arrepentimiento
de no actuar bien
en la vida.
Sólo cuidados,
desvelos
de nosotros
recibías,
nunca pensé que
hombre ingrato
un día te
volverías.
A Dios le pedimos
siempre
nos devuelva la
alegría
de vernos
sentarnos todos
junto a la mesa
servida.
Si olvidaste los
valores,
con que te
educamos siempre.
esperemos que
sensato
organices bien tu
mente.
¿Has creído ser
mejor
que estas personas
sentidas
por las que hoy ni
preguntas
y sacaste de tu
vida?
Autoría y
derechos:
Marta Requeiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario