El pueblo cubano cada vez más marginado
El huracán Irma recientemente dejó reducido a escombros gran parte del territorio cubano y el María que azotó después, no tan agresivo como el primero, provocó serias inundaciones en Holguín y Guantánamo. Como si fuera poco al depauperante entorno del cubano común se le suma ahora la noticia de que el Departamento de Estado de los Estados Unidos esta retirando a todas las familias de empleados y personal no esencial de su embajada en Cuba (un 60% del total por el momento) después de una serie de misteriosos ataques acústicos contra diplomáticos estadounidenses.
Los que esperaban viajar a Estados Unidos ya no podrán hacerlo por el momento y hasta nuevo aviso, pues por lo menos se espera una "pausa" en asuntos migratorios que podría extenderse hasta por dos años.
Los hechos de orígenes distintos (unos causado por la naturaleza y el otros por el hombre) socaban la resistencia y desesperan al cubano que cada vez tiene menos posibilidades de alcanzar una vida decorosa.
Observo con admiración través de los medios de comunicación la ayuda que recibe la hermana isla de Puerto Rico (también afectada por el embate de dichos huracanes) y como a pocos días de los desafortunados eventos el país se recupera paulatinamente con el apoyo de los países vecinos, principalmente Estados Unidos que no ha escatimado en recursos para tenderle una mano.
Por ejemplo ha puesto dos submarinos nucleares en el litoral de la isla para suministrar electricidad y camiones escoltados que transportan treinta toneladas diarias de productos desde el anfiteatro más grande de San Juan hacía los puntos más afectados.
En cambio qué pasa con Cuba, que el Gobierno de Raúl no quiere aceptar ayuda proveniente del Imperio ni de particulares que por decisión propia quieran viajar a la isla con productos de primera necesidad para donarlos. No, no lo aceptan porque todo tiene que pasar por sus manos, ellos tienen que determinar qué se hace y a dónde va la ayuda humanitaria que entra a Cuba.
El tema está en que quienes dictaminan tales resoluciones son los que realmente no tienen necesidad de nada, no perdieron nada. Ellos, su familia y toda su camarilla son los que tienen recursos: un techo seguro (sólido), agua potable, comida y óptimas condiciones de higiene. Que si lo estiman conveniente se montan en un avión y salen al exterior hasta por simple placer.
Entonces, en resumen, es el pueblo al que sigue marginado y los que pensaban viajar al norte para reunirse con sus familiares ya no podrán hacerlo, al menos por ahora.
Cada vez la isla se vuelve más infranqueable para los que desde afuera quieren ayudar a mejorar la calidad de vida de los más necesitados, como si se gobernará con odio y no con empatía.
Las redes sociales se hacen eco de los que buscan infructuosamente la forma de mejorar la situación del cubano. Hay quienes quieren dar el aporte incluso si este va a parar a manos del Gobierno para que lo distribuya y están los que se enfrentan a los primeros alegando que toda ayuda al final irá a engrosar de alguna manera las arcas gubernamentales y que esos recursos se destinarán a levantar las áreas turística afectadas por el huracán, principalmente en los cayos, que son la prioridad del gobierno para que siga entrando turismo. Que muchos productos serán etiquetados con un precio para ser vendidos en dólares al pueblo, etc.
En fin, todo queda igual en la isla porque el mayor huracán que aún sigue afectando llevándose el último ápice de dignidad (esperemos que también el último poco de aguante del cubano de a pie) se llama Gobierno de los Castro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario