domingo, 18 de diciembre de 2016

El mejor regalo de navidad.

   El mejor regalo de navidad.

El niño despertó cuando escuchó el delicado sonido del picaporte de la puerta. Se levantó con cuidado para que no le traqueara ningún hueso y para no tener algún percance que produjera ruido, y fue en punticas de pies,  recorriendo despacio el pasillo que separaba su cuarto de la sala.
Cuando llegó al final del corto recorrido, desde su posición, divisaba el luminoso arbolito de navidad ubicado en una esquina de la habitación, frente a los ventanales que dan al portal y a la calle; y que días antes, en compañía de su hermana, había ayudado a su madre a armar y a engalanar. Allí vio a Santa -ese regordete, barbiblanco, y casi anciano señor vestido con su indumentaria roja y su gorro de pico terminado en un blanco pompón- portando su morral cargado de juguetes que con dificultad colocaba en el suelo. Se dirigió a él en voz baja para no asustarlo y para no despertar a nadie más.
_ Hola, Santa. - El visitante se volteó sorprendió pero no perdió la amabilidad de su rostro, y quedó escuchando al infante que continuó-. Este año deseo pedirte algo sumamente especial -distinto a todo- por eso no te hice llegar mi acostumbrada carta. Deseo por favor, de ser posible, me regales La Esperanza.
He estado pensando en eso y creo que es lo que en realidad deseo. Dicen que puede ser muy grande o pequeña, que puede colmar un espacio vacío y aún no haber nada en él. Hacernos ver cosas buenas donde todavía no han sucedido. Que teniéndola, uno puede salvarse e ir sonriente por la vida como si las cosas fueran a salir siempre bien. ¡Ah!, y que además no hay que dosificarla que aunque la compartamos alcanza para todos porque no se agota. Estoy deseoso de saber qué aspecto tiene.
¡Jo,jo,jo! - Se rió bajito Santa ante tan curiosa petición, colocándose una de sus manos enguantadas frente a la boca, y respondió: _ Has sido un niño tan bueno que te concederé el regalo. Eso sí, debes tener algo muy presente: la esperanza es muy valiosa pero por sí sola no funciona. Debes imprimirle amor y esfuerzo.
Úsala para lograr lo que anhelas dando siempre lo mejor de ti, con eso no vas a necesitar mucho más para hacerte un hombre de bien.
Entonces el viejito pascuero sacó de su enorme bolsa una pequeña caja rectangular envuelta con un papel de listas rojas y blancas, atada con una cinta roja de terciopelo y coronada con un gran florón hecho del mismo material, y le aclaró al niño antes de entregársela: _ Acá está La Esperanza y además están las instrucciones de uso.
El niño preguntó: _ ¿Entonces tú sabías lo que yo te iba a pedir?
Y Santa, acomodándose esta vez la pesada talega sobre los hombros,  contestó: _ ¡Jo,jo,jo! Yo lo sé y lo intuyo todo.
Revolvió el pelo al niño en señal de despedida y salió por donde vino, perdiéndose minutos más tarde entre las nubes de un cielo estrellado por donde se asomaba a ratos una luna gigante.
El niño lo siguió con la mirada hasta que su trineo se perdió en la inmensidad y dejó de escucharse el tintineo de los cascabeles. Cuando quedó sólo se dirigió al pie del colorido e iluminado árbol navideño, se agachó despacio - impresionado por lo que acababa de suceder-  zafó delicadamente, pero lleno de curiosidad, el gigantesco lazo y abrió la pequeña caja. Dentro encontró un pergamino enrollado en el que se podía leer:
CÓMO USAR LA ESPERANZA. No saltar ni omitir ninguna instrucción.
- La esperanza es algo intangible que debes depositar en el corazón. Esa es la primera regla.
- Activarla con buenos deseos, dedicando esfuerzo constante en alcanzar tus metas.
- No necesita mantenimiento.
- Es inagotable siempre que la cargues con buenos pensamientos
- De fácil transportación, no pesa, no ocupa espacio.
- Hipoalergénica.
- Se adapta a cualquier clima y a cualquier condición.
Nota: Alejarla de las malas vibras y el pesimismo. Si tu esperanza se mantiene saludable lo sabrás porque siempre estarás sonriente y positivo.
El niño se sintió emocionado, al fin tenía lo que tanto ansiaba. Tomó la cajita para repasar lo leído y asegurarse de no fallar absolutamente en nada y poder echar a andar su esperanza. Fue contento a meterse de nuevo en la cama -aún faltaban unas horas para el amanecer- por suerte nadie en la casa había escuchado nada. Se quedó dormido casi de inmediato con el pequeño obsequio apretado a su pecho y una sonrisa dibujada en su rostro.
Cuando se hizo de día despertó con un delicado beso de su madre en la frente y con una tierna caricia de ella en su rostro. Mientras le decía: Hijo, el desayuno esta listo. Ven, no nos demoremos más en abrir los regalos, tu hermana te espera. ¡Hagámoslo juntos!
 El niño se sentó súbito en la cama para contarle a su madre la conversación con Santa:
_ ¡Madre! Pero si yo... -Miró hacia su pecho buscando la adornada cajita que había tenido, allí, aprisionada durante la noche, pero no la encontró. Sólo vio sus manos entrelazadas.
¿Qué pasó, hijo, seguro tuviste un sueño? - Dijo la madre sonriente, revolviéndole el pelo y ayudándolo a incorporarse- ¡Vamos, levántate!
Luego del desayuno abrió -entre risa y curiosidad- las cajas que contenían los regalos a su nombre. Si era cierto que ese año no escribió una carta pidiendo algo en específico, a la vez -niño al fin-quería muchas cosas. En la base del árbol navideño lo aguardaban dos regalos: una caja que contenía una tablet y en otro envoltorio con mucho papel colorido, la patineta que en algún momento había manifestado querer tener.
Contento salió a la calle a compartir la alegría de los nuevos regalos con sus amigos. Al cruzar el portal pudo apreciar algo que brillaba en el césped junto a las plantas de gardenias, se acercó y vio un diminuto cascabel plateado, lo agitó, sonrió, y se hizo para sí una pregunta mientras guardaba el hallazgo en uno de sus bolsillos: ¿Habrá sido real, o habrá sido un sueño?
Pero a partir de ese día sabe que tiene la esperanza en su corazón, que la cuidará como es debido y que todo va a salir bien.


(DEDICADO A MIS HIJOS Y PARA CONTARLE A MI NIETA.)

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